De alimentación, peso y otras verdades

¿Existe alguien por ahí que pueda explicar en qué momento del año llegamos a octubre? Ahora que las temperaturas comienzan a subir y las ropas se vuelven más livianas (y pequeñas) empezamos a ser más conscientes de lo que comemos, una preocupación que en realidad debería extenderse por el resto de nuestra vida. Consultamos a los especialistas los caminos a seguir si consideramos que ha llegado la hora de hacer un cambio.

Lo fundamental: sé ordenada.

Y ten paciencia, porque las dietas milagrosas no existen. La clave aquí es mantener una alimentación equilibrada y saludable. “Hay que ordenar nuestros hábitos alimentarios”, afirma la doctora Catalina Silva, nutrióloga y directora del programa Equilibrio Vital de Clínica Terré. “Lo ideal es realizar cinco comidas diarias: desayuno, colación, almuerzo, once (colación) y cena. Esta es la primera indicación que reciben todos los pacientes que realizan el plan nutricional para bajar de peso ‘Equilibrio Vital’ de nuestra clínica”, comenta la experta.

Pequeños grandes cambios

– Comer cada 2 a 4 horas. Es muy importante no saltarse ninguna comida.
– Comer lento y evitar hacerlo viendo televisión u otras actividades.
-Aumentar el consumo de frutas y verduras frescas.
– Disminuir e incluso evitar el consumo de sodio. “En un comienzo se hace muy difícil, pero de a poco se comienza a sentir y experimentar el sabor real de los alimentos”, asegura Catalina Silva. Un primer paso puede ser cambiar a sal de mar o sal rosada. “También podemos fabricar nuestra propia sal de cochayuyo. Para esto se pone el cochayuyo en el horno hasta que esté más o menos duro, luego se deja enfriar y se tritura”, propone.
– Evitar el consumo de alcohol y cafeína. Si eres fanática del café, entonces intenta elegir el café en grano y no el instantáneo. Porque este último al ser más procesado pierde muchas de sus propiedades (diuréticas, antioxidantes y estimulantes).
– Realizar actividad física. Lo ideal es practicar unos 20 a 30 minutos diarios de actividad física o 1 hora tres veces a la semana.

Derribando mitos  

Número 1: Las dietas bajas en grasas son efectivas.
La nutricionista de Clínica Las Condes Giselle Muñoz aclara este punto: “Lo ideal es que de acuerdo a nuestro requerimiento nutricional, es decir, las calorías que necesita cada organismo, adecuemos el aporte de grasas en un 25 a 30% de las calorías totales”, explica la profesional. “No es necesario eliminar la ingesta de grasas, de hecho son importantísimas para múltiples funciones en nuestro organismo, como por ejemplo contribuir a la formación de algunas hormonas”, agrega.

Número 2: Si ya conseguí el objetivo de bajar, me puedo olvidar de todo.
Cuidado ahí, porque esto no se trata de saltar de dieta en dieta sino que de cambiar a un estilo más saludable y equilibrado de por vida. “Ningún tratamiento para la obesidad asegura que el paciente no vuelva a subir de peso. Si ello ocurre es porque no fue capaz de modificar su estilo de vida. De ahí la importancia de continuar con un equipo multidisciplinario que lo ayude a controlar los factores que lo llevaron a la obesidad”, puntualiza Eliana Reyes, nutrióloga de Vive Más Sano, Programa de Obesidad y Diabetes de Clínica Universidad de los Andes.

Número 3: Si es light, puedo comer libremente.
¡Falso! ¡Los alimentos light también engordan! Los productos light no son la alternativa para consumir más cantidad de ciertos alimentos, sino para reducir el número de calorías que ingerimos en nuestra dieta diaria.

Número 4: Una dieta express no hace daño una vez.
Las dietas extremas NUNCA son buenas, lamentablemente existe algo llamado ‘efecto rebote’ y la persona termina finalmente ganando más peso del que perdió inicialmente. La Dra. Eliana Reyes comenta que un factor clave para el tratamiento de la obesidad es que el paciente se trate con un equipo multidisciplinario, ya que es necesario que sea evaluado por un nutricionista, nutriólogo, incluso un psicólogo y cirujano, en caso de ser necesario algún tipo de intervención.

Cifras para tener en cuenta.

En 2014 un estudio hecho por la revista The Lancet, y dirigido por el Instituto para la Métrica y Evaluación Sanitaria (IHME) de la U. de Washington, situó a Chile entre los 10 países con más obesidad y sobrepeso en menores de 20 años. El mismo año el Minsal indicaba además que un 67% de los adultos en nuestro país presentaba exceso de peso. Ahora, el último estudio realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) ubica a Chile en el primer lugar con las tasas más altas de obesidad infantil en Latinoamérica y en sexto lugar a nivel mundial.

Otras rutas a seguir

Hay que recalcar que ningún especialista en nutrición respalda las dietas extremas. La clave siempre será mantener un estilo de vida saludable, que varía según las necesidades de cada persona. Pero también es necesario aclarar que existen individuos que a pesar de alimentarse adecuadamente y realizar ejercicios físicos de manera periódica no consiguen bajar de peso. “Alrededor del 70% de las personas con obesidad (con índice de masa corporal superior a 30) fracasa en su intento de bajar de peso si se basan exclusivamente en dietas y ejercicios”, puntualiza la nutrióloga Eliana Reyes. “La mayoría de estos pacientes logra disminuir en un 10% su sobrepeso al cabo de 6 meses, pero lamentablemente un porcentaje significativo no logra mantenerlo y recupera los kilos perdidos”, agrega.

Camino 1: La especialista explica que, dependiendo de cada caso, luego de que el paciente no logra bajar de peso se evalúa la posibilidad de indicarle algún tipo de medicamento. “Si la persona come por ansiedad, generalmente se usa Fluoxetina o Bupropion; para bajar de peso propiamente tal se indica Orlistat, que actúa inhibiendo la absorción de la grasa de la dieta; un fármaco que ha sido un boom en el último tiempo es la Fentermina, que baja el apetito, pero es un medicamento controlado ya que entre los efectos secundarios se ha reportado aumento de la presión arterial o del pulso y, además, puede producir alteraciones en el carácter, como irritabilidad o crisis de pánico”, explica.

Camino 2: “Otra opción, en especial cuando tienes grasa localizada que no disminuye a pesar de la dieta y los ejercicios, es la criolipólisis”, propone la nutrióloga Catalina Silva. La criolipólisis o coolsculpting es un tratamiento ambulatorio, no invasivo, que permite disminuir grasa corporal. Trabaja mediante la aplicación de frío (“crio”) en el sector donde se busca disminuir contorno destruyendo las células grasas (“lipólisis”) sin dañar otros tejidos. La pérdida de grasa se produce de manera progresiva, se deben realizar una a dos sesiones por zona y esperar al menos tres meses para notar los resultados esperados. “No es un tratamiento para disminuir de peso, el objetivo es reducir contorno corporal en algún sector puntual de nuestro cuerpo, como abdomen, glúteos o piernas. Para lograr obtener un resultado óptimo debe acompañarse de una dieta e hidratación adecuadas”, aclara la especialista.

Camino 3: Para casos más difíciles de obesidad existen los dispositivos y cirugías. La nutrióloga de Clínica Universidad de los Andes explica que los dispositivos son aquellos que se colocan en el estómago o en alguna parte del tubo digestivo, mediante una cirugía o por vía endoscópica. Según la doctora Eliana Reyes, las cirugías que han demostrado mayor éxito en el largo plazo son la gastrectomía vertical, conocida como manga gástrica, y el llamado bypass gástrico. “La gastrectomía vertical consiste en extirpar dos tercios del estómago a través de un corte vertical, por lo que este se reduce prácticamente a 1/3. Esto permite disminuir la capacidad gástrica y la producción de grelina, hormona que favorece el aumento del apetito, porque se extirpa el sector del estómago que produce esa hormona”, explica. El bypass gástrico, la cirugía más antigua, consiste en cortar un segmento del estómago. “La persona baja de peso porque tiene menor extensión gástrica y menor sensación de apetito, ya que también disminuye la producción de grelina. Además permite aminorar la capacidad de absorción porque se salta un segmento de intestino”, resume la nutrióloga. Lo importante aquí es que ambas cirugías requieren de un control permanente para disminuir las posibilidades de que la persona suba de peso nuevamente.

Vía RevistaMujer


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